Gracias Tejón, pero te pego este comentario de una web y el enlace (al final de esa página). Me reafirmo en que es en La Sía y no es Lunada, entre otras cosas porque estuve hace 3 meses y era el primer desvío en la carretera de Espinosa desde las Machorras.
Mirador situado en el alto del Portillo de la Sía, a 1.235 metros de altitud, dominando todo el Valle de Soba y las montañas que lo rodean. Existe allí un pequeño refugio abierto, así como una inscripción que recoge unos hermosos versos del poeta cántabro Gerardo Diego.
La Sía. A 1.200 metros de altura, la efigie del poeta, fundida sobre la letra de sus versos, posa una mirada de bronce sobre el visitante. La naturaleza dota de sensaciones a sus palabras. La humedad que viaja con la bruma, el aroma que desprende la campiña en las puertas de la primavera, la transparencia del aire, cuando la vista se pierde por el Pico San Vicente y los confines de Vizcaya y los llanos de Montija.
2 comentarios:
No quiero ir de "enterao" pero creo que es el puerto de Lunada donde se encuentra lo que nos enseñas en la foto.
un saludo.
Gracias Tejón, pero te pego este comentario de una web y el enlace (al final de esa página).
Me reafirmo en que es en La Sía y no es Lunada, entre otras cosas porque estuve hace 3 meses y era el primer desvío en la carretera de Espinosa desde las Machorras.
http://www.spainmountains.com/buscadores/cordillera_cantabrica/cantabria/ason_aguera/soba.htm
Mirador de la Sía
Mirador situado en el alto del Portillo de la Sía, a 1.235 metros de altitud, dominando todo el Valle de Soba y las montañas que lo rodean. Existe allí un pequeño refugio abierto, así como una inscripción que recoge unos hermosos versos del poeta cántabro Gerardo Diego.
También en El Correo Digital:
http://www.elcorreodigital.com/vizcaya/ocio/excursiones/200304/05/miera.html
La Sía. A 1.200 metros de altura, la efigie del poeta, fundida sobre la letra de sus versos, posa una mirada de bronce sobre el visitante. La naturaleza dota de sensaciones a sus palabras. La humedad que viaja con la bruma, el aroma que desprende la campiña en las puertas de la primavera, la transparencia del aire, cuando la vista se pierde por el Pico San Vicente y los confines de Vizcaya y los llanos de Montija.
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